El Convento de Santo Domingo

abril 04, 2016 Limanía Treks 0 Comments

Visitar el Convento de Santo Domingo es viajar en el tiempo. A pesar de encontarase en el corazón de la ciudad, a tan solo unas cuadras de la Plaza Mayor de Lima, una vez cruzados sus umbrales es fácil sumergirse en la paz y el silencio propios de un espacio conventual. El ruido citadino no tiene cabida en esta joya arquitectónica valiosa por la historia que guarda cada uno de sus rincones.

La zona acondicionada para la visitas del público cuenta con dos claustros, cada uno con belleza y estilo propios, el primero es muy imponente y presenta decoración de azulejos sevillanos en sus paredes que datan de inicios del siglo XVII así como pinturas murales con escenas religiosas y retablos procesionales. Desde aquí la vista es imponente hacia la torre de la iglesia y hacia el segundo nivel del claustro en donde resaltan los trabajos en madera tallada con el escudo de la orden dominica.


El segundo claustro es mucho más íntimo pero igualmente hermoso, con una influencia andaluz fuertemente marcada nos sigue conduciendo por los los laberintos del tiempos hasta los ambientes que nos cuentan sucesos importantes de nuestra historia como la fundación de la la Universidad Decana de América (UNMSM) y la vida de nuestros recordados santos limeños pertenecientes a la órden dominica como Santa Rosa de Lima, San Martín de Porras y San Juan Masías quienes cuentan con ambientes dedicados y en donde se exponen bellas colecciones compuestas por objetos personales y pertenencias diversas que los visitantes pueden apreciar.

Para terminar la visita con broche de oro, atrévete a subir los peldaños que te conducen a la única torre del templo desde donde se tiene una vista sin igual de la ciudad de Lima. Mención aparte tienen las fechas en las cuales se apertura el museo en horario nocturno en la que se puede visitar las instalaciones del convento a ritmo de cánticos gregorianos y bajo un ambiente único difícilmente de olvidar.

Úrsula A.

Créditos/Agradecimientos:
A Paul Velz por sus maravillosas fotografías.